Son malos tiempos para los discursos y las ideas; malos tiempos para la profundidad. Son tiempos oscuros en los que encender una luz, o al menos intentarlo, es revolucionario. En los que sólo la podredumbre perdura, porque construir te obliga a salir de casa, a quitarle tiempo a los tuyos, a invertir tu día. Pero destruir es rápido. Siniestramente rápido. Una mentira, un click y a por otro.
La podredumbre perdura. La luz necesita relevos y valentía.
Ojalá nunca se nos caiga el testigo.